Laurie Anderson - Life on a string: Mucha gente descubrió a Laurie Anderson allá por 1990 gracias a Strange Angels, su disco más "comercial" (si por comercial se entiende "cantado"). Y quizás esta gente se encontró bastante descolocada con la restante producción de esta artista multimedia (especialmente con The ugly one with the jewels, de 1994 en el que, básicamente, Laurie Anderson lee partes de su libro Stories from the nerve bible con un colchón musical). Bueno, toda esta gente está de parabienes, ya que Life on a string retoma el camino de Strange Angels y actualiza su sonido en una década, y así tenemos algo cercano al hip hop en Broken y My compensation o al trance en Washington Street. Lo más curioso es que este disco "comercial" surge de Moby Dick, uno de los espectáculos más extraños y ambiciosos de Anderson, y temas que allí sonaban oscuros y trágicos (One white whale) aquí lo hacen con una melaconlía esperanzada. ¿Es esto bueno? ¿O es malo? Ni una cosa ni la otra, es sólo una constatación de la versatilidad de Laurie Anderson, que en este disco en particular nos lleva desde un calipso pervertido en The island where I come from a las melodías cabareteras y hollywoodenses de Dark angel, pasando por hermosísimas y melancólicas canciones crepusculares (Slip away, Statue of Liberty, Life on a string y Pieces and parts). Y para los que nos gusta también la "Laurie extraña y poética" está One beautiful evening, un tema que bien podría haber estado en esa joya oscura que fue Bright Red/Tight Rope (1994) El punto más flojo de este disco quizás son las letras, que no son malas pero no están en su mayoría a la altura onírica y evocativa de lo que Laurie Anderson nos tiene acostumbrados. De cualquier manera, el relato de la muerte de su padre en Slip away es conmovedor sin llegar a lo sensiblero, la descripción urbana de Washington Street es envidiable, la noción de los egipcios quemando a sus ancestros (las momias) para mover sus trenes de vapor en One beautiful evening es perturbadora y Pieces and parts es una de esas extrañas historias que sólo ella sabe contar. Quizás la respuesta esté en The island where I come from, cuando dice "Joyas y arena y agua que crece / Visiones que vi y gritos que escuché / No puedo poner todas estas cosas en palabras / sería lo mismo que pusiera algunos garbanzos / en una calabaza vacía", vaya uno a saber.
Pero fuera de esto (que, repito, no es grave, en otro artista diríamos "qué buenas letras"), Life on a string es un disco altamente recomendable, especialmente para todos aquellos que aún no descubrieron a Laurie Anderson. Vale la pena, en serio.